Para reducir el riesgo de cáncer de hígado, prevenga la enfermedad hepática y la cirrosis

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Una mujer mayor, de cabello blanco y blusa azul, sentada en una mesa en un patio, sonriendo y hablando mientras toma la mano de una mujer más joven frente a ella.

Por Nicole Brudos Ferrara

La mayoría de las personas que tienen cáncer de hígado tienen un tipo de cáncer que se disemina (hace metástasis) desde otra región, como el colon, el estómago o la mama. Esto difiere del tipo más común de cáncer de hígado primario, que también se conoce como carcinoma hepatocelular, el cual se origina en las células hepáticas llamadas hepatocitos. Más de 41 000 nuevos casos de carcinoma hepatocelular se diagnosticarán para 2023.

El carcinoma hepatocelular es más frecuente en personas con una enfermedad hepática subyacente. "La enfermedad hepática supone un riesgo de padecer cirrosis, es decir, cicatrices en el hígado. La cirrosis es lo que más riesgo conlleva de padecer cáncer de hígado", explica la Dra. Denise Harnois, hepatóloga especialista en trasplantes de Mayo Clinic.

La Dra. Harnois explica qué es la cirrosis, cómo deriva en cáncer de hígado y qué medidas se pueden tomar para prevenirla:

¿Qué es la cirrosis y cómo ocasiona cáncer?

Cuando se producen lesiones en el hígado, debido al consumo de alcohol en exceso, una infección u otra causa, este órgano intenta repararse, lo que genera la formación de tejido cicatricial. Con el tiempo, a medida que más células hepáticas se dañan y reparan, algunas desarrollan cambios (mutaciones) en el ADN que ocasionan el crecimiento sin control y la formación de un tumor.

"Los investigadores creen que la cirrosis genera un entorno en el hígado que aumenta el riesgo de padecer cáncer de hígado", afirma la Dra. Harnois. "Si una persona tiene un tipo de cáncer de hígado, aunque lo trate con éxito, sigue teniendo un mayor riesgo de volver a padecerlo. Más del 50 por ciento de las personas con diagnóstico de cáncer de hígado sufrirán otra lesión dentro de los dos a cinco años siguientes. A menos que reemplace el hígado mediante un trasplante, el hígado sigue siendo una especie de terreno fértil para la presentación de nuevos tipos de cáncer".

¿Cuáles son las causas de la cirrosis?

La cirrosis puede presentarse en el hígado por muchos motivos. Hasta hace poco, en los EE. UU. y en muchas otras partes del mundo, la causa solía ser la hepatitis vírica. La infección crónica por el virus de la hepatitis B o el virus de la hepatitis C aumenta el riesgo de padecer cáncer de hígado.

"Elaboramos medicamentos antivirales de acción directa y, así, muchas personas recibieron tratamiento para la hepatitis C", afirma la Dra. Harnois. "Sin embargo, es posible que hayan tenido fibrosis avanzada (una acumulación de tejido cicatricial) en el momento del tratamiento y sigan teniendo riesgo de padecer cáncer de hígado".

La acumulación de grasa en el hígado también puede causar cirrosis. Según la Dra. Harnois, esto obedece a dos causas: el alcohol y la enfermedad del hígado graso no alcohólico, también conocida como enfermedad hepática esteatósica asociada con la disfunción metabólica. Beber alcohol en exceso a diario durante muchos años puede derivar en cirrosis. La enfermedad del hígado graso no alcohólico afecta a personas que beben poco o nada de alcohol.

"La enfermedad del hígado graso no alcohólico es más común en personas con exceso de peso, especialmente en la zona media del cuerpo, y en personas con diabetes e hiperlipidemia (colesterol alto)", afirma la Dra. Harnois. "La enfermedad hepática relacionada con el alcohol y la enfermedad del hígado graso no alcohólico son actualmente las principales causas de enfermedad hepática crónica en los EE. UU. y en la mayor parte de los países desarrollados de Occidente. Es el motivo principal por el que las personas deben plantearse la posibilidad de someterse a un trasplante de hígado y, además, empiezan a tener riesgo de padecer cáncer de hígado".

¿Quiénes presentan mayor riesgo de padecer cáncer de hígado?

La Dra. Harnois afirma que algunos subgrupos de personas que presentan enfermedad hepática crónica y cirrosis tienen mayor riesgo de padecer cáncer de hígado que los demás. "La población de mayor riesgo para el padecimiento del carcinoma hepatocelular son los hombres en comparación con las mujeres. Y no entendemos esta diferencia", expresa. "No obstante, los hombres con cirrosis tienen muchas más probabilidades que las mujeres de padecer cáncer de hígado".

Las personas con hepatitis B también tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de hígado a una edad mucho más temprana, sin que necesariamente presenten cirrosis. "Estos pacientes presentan riesgo cuando adquieren la hepatitis B en las primeras etapas de la vida, ya sea de madre a hijo o en la infancia muy temprana", explica la Dra. Harnois. "Por este motivo, las vacunas contra la hepatitis B son tan importantes, ya que reducen drásticamente el riesgo de padecer cáncer de hígado en las poblaciones con mayor riesgo de contraer la hepatitis B en una fase temprana".

La Dra. Harnois afirma que las personas de ascendencia hispana parecen tener el mayor riesgo de que la enfermedad del hígado graso no alcohólico progrese a cáncer de hígado. Además, los especialistas en hepatología actualmente observan casos de cáncer de hígado en personas que no tienen cirrosis. "Estamos empezando a observar cierto aumento del riesgo de padecer cáncer de hígado incluso sin fibrosis avanzada o cirrosis en pacientes con enfermedad del hígado graso no alcohólico. No lo entendemos por completo porque es algo nuevo".

Prevención de la enfermedad hepática y la cirrosis

"Es la cirrosis lo que supone un riesgo. La primera medida de prevención consiste en evitar el padecimiento de una enfermedad hepática o, si se presenta cierta evidencia de esta enfermedad, evitar que progrese hasta el punto de causar cirrosis", afirma la Dra. Harnois.

Estas son las medidas que puede tomar para prevenir la enfermedad hepática y la cirrosis:

  • Si bebe alcohol, hágalo con moderación. Para las mujeres, esto significa no más de una bebida al día. Para los hombres, no más de dos bebidas al día.
  • Mantenga un peso saludable para prevenir la diabetes y la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Siga una dieta saludable y haga ejercicio la mayoría de los días de la semana. Si necesita perder peso, reduzca las calorías que consume cada día y aumente el ejercicio. "Los niveles elevados de colesterol, triglicéridos y glucosa en la sangre, así como el exceso de peso, aumentan el riesgo de padecer enfermedad hepática, cirrosis y cáncer de hígado. Sabemos que, aunque presente cierta evidencia de cicatrices, es posible revertirla mediante el control de la glucosa en la sangre, el colesterol y la pérdida de peso. Usted puede evitar el avance de la enfermedad hepática y el cáncer de hígado", afirma la Dra. Harnois.
  • Vacúnese contra la hepatitis B. Casi todas las personas pueden vacunarse contra la hepatitis B, incluidos los bebés, los adultos mayores y las personas con sistemas inmunitarios debilitados.
  • Tome medidas para prevenir la hepatitis C. No hay vacuna contra la hepatitis C, pero puede reducir el riesgo de contraer la infección si mantiene relaciones sexuales con protección, no consume drogas intravenosas y solo se hace pírsines y tatuajes en centros que esterilizan correctamente las agujas.
  • Si tiene hepatitis B o C, busque tratamiento. Si tiene 18 años o más, la Dra. Harnois recomienda hacerse la prueba de la hepatitis. Existen tratamientos para las infecciones por hepatitis B y C, y las investigaciones demuestran que el tratamiento puede reducir el riesgo de padecer cáncer de hígado. "El tratamiento de la hepatitis C reduce considerablemente el riesgo de padecer cáncer de hígado y cirrosis. Sin embargo, aunque tenga cirrosis, si trata la hepatitis C, reducirá el riesgo de presentar cáncer de hígado", afirma.
  • Conozca sus antecedentes médicos familiares. Algunas enfermedades hepáticas hereditarias pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer de hígado, como la hemocromatosis y la enfermedad de Wilson. "Estas enfermedades pueden suponer un riesgo del padecimiento de cirrosis y cáncer de hígado. Hable con el profesional de atención médica sobre la prueba diagnóstica y el tratamiento si tiene familiares con estas afecciones", explica la Dra. Harnois.

¿Qué ocurre si ya tiene cirrosis?

"Tener un diagnóstico de cirrosis no significa que automáticamente se padezca cáncer de hígado. Significa que debe tomar medidas preventivas", afirma la Dra. Harnois.

Esto quiere decir que debe procurar los cuidados médicos que necesita para prevenir el cáncer de hígado o detectarlo a tiempo. "Necesitará que se le haga una endoscopia superior para asegurarse de que no tiene venas dilatadas en el esófago que puedan causar problemas de sangrado", explica la Dra. Harnois. "Deberá evitar consumir alcohol y exponerse a otras sustancias que hacen trabajar más al hígado y aumentan las probabilidades de presentar complicaciones derivadas de las cicatrices".

Lo más importante es someterse a exámenes de detección cada seis meses con obtención de imágenes y un análisis de sangre que mide la alfafetoproteína (un marcador tumoral) en la sangre.

Según la Dra. Harnois, solo el 22 por ciento de las personas con cirrosis y un riesgo elevado de padecer cáncer de hígado se someten a exámenes de detección. "En algunas circunstancias, se trata de pacientes que recibieron tratamiento para la hepatitis C y, una vez finalizado el tratamiento, no piensan en el hecho de que tienen cirrosis porque no tuvieron complicaciones derivadas de su enfermedad hepática. Sin embargo, siguen estando en riesgo, y deben someterse a exámenes de detección del cáncer de hígado cada seis meses".

Si tiene cirrosis, hable con un profesional de atención médica sobre un plan para reducir el riesgo de padecer cáncer de hígado o para detectarlo a tiempo.

Detección temprana del cáncer de hígado

En la población general, no se demostró que los exámenes de detección del cáncer de hígado reducen el riesgo de muerte por esta enfermedad y, por lo general, no se recomiendan. Si tiene fibrosis avanzada o cirrosis hepática, la Dra. Harnois explica que debe analizar las ventajas y desventajas de los exámenes de detección con el profesional de atención médica. "Las personas con hepatitis B suelen someterse a exámenes de detección a los 40 años si son hombres y a los 50 si son mujeres", afirma la Dra. Harnois. Si emigró de una región como el África subsahariana, donde la infección por hepatitis B es crónica, y adquirió la hepatitis B durante el nacimiento o en la primera infancia, es posible que deba someterse a exámenes de detección más temprano, ya que corre un mayor riesgo de padecer cáncer de hígado.

Como ocurre con todos los tipos de cáncer, el tratamiento es más eficaz cuando el cáncer se detecta en una fase temprana. "Sabemos que si examina a estos pacientes dos veces al año con un estudio de obtención de imágenes, por ejemplo, una ecografía, una resonancia magnética o una tomografía computarizada y un análisis de sangre de alfafetoproteína, se suele detectar el cáncer en una fase temprana", afirma la Dra. Harnois.

La Dra. Harnois desea que las personas con enfermedad hepática y cirrosis sepan que, si padecen cáncer de hígado, existen opciones de tratamiento. "En muchas ocasiones, veo a pacientes atemorizados porque recibieron un diagnóstico de cáncer de hígado, pero no les explicaron las posibles opciones, no solo de tratamiento, sino de recuperación".

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